La alegría
El primero de los frutos de la espiritualidad franciscana es la alegría. La alegría se nos presenta en la vida de San Francisco bajo un doble aspecto: como medio y como expansión de la vida interior; es sucesivamente causa y efecto. San Francisco veía en la tristeza -verdadera anemia espiritual- la prueba de la tibieza y flojedad de un alma; la llamaba "mal de Babilonia", mal de reprobados, mal que el demonio insinúa con habilidad y astucia en las almas. El siervo de Dios, decía el Santo, debe poner todo su empeño en conservar su alegría y en recurrir a la oración para recobrarla una vez perdida (2 Cel 125 y 128). Pero no toda alegría era de buena ley para el Seráfico Padre. La que procede de la vanagloria (2 Cel 130), la que se prodiga en palabras ociosas y provoca la risa, no le parecía menos odiosa que la misma tristeza (Adm 21).
http://www.franciscanos.org/sfa/gratien5.htm
Y asi cuando todo vaya mal señor me alegrare
por que se q me amas.
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